viernes, octubre 27, 2006

(Calles del Saladillo)

Pa’ MARACAIBO me fui.
Y es que definitivamente mi amiga Mitchelle y yo estamos conectadísimas... el martes pasado me tocó viajar a la ciudad de Maracaibo y por tal motivo ella me envió esta hermosa crónica donde describe tal cual todo lo que pudimos disfrutar mi esposo Francis y yo, además de una riquisima cena con vino incluido con mi amigo José Domingo Rincón (al que no veía hace 15 años atrás) y su hermosa esposa Lidia quienes se botaron como anfitriones, mil gracias una vez más a ellos dos... aqui les dejo entonces...
Tenía una deuda con Alejandra que nació el 18 de noviembre, día de La Virgen de La Chiquinquirá, pero finalmente pude llevarla a conocer Maracaibo.

Más de tres millones de maracuchos -y nadie sabe cuantos colombianos cedulados a toda carrera en la Misión: “De aquí no me saca nadie”- y Maracaibo, la primera ciudad de Venezuela está increíblemente limpia. Y digo increíble no porque no sea posible, sino porque viendo como Caracas se nos llenó de basura a veces pensamos -injustamente- que en todo el país es así. ¡Qué equivocada estaba!

Como también me parece increíble, que la rivalidad existente entre un alcalde, Di Martino, abiertamente “revolucionario” y un gobernador, Manuel Rosales ¿“contra-revolucionario”?,
además de generar muchas polémicas internas haya servido para crear una especie de “sana competencia” que ha favorecido enormemente a la ciudad y como consecuencia, a sus ciudadanos. ¡Para que vos veaís! Y sigo con lo de increíble porque aquí pasamos 4 años viendo pelear a Freddy Bernal con Alfredo Peña como quien ve llover en Macondo, sin hacer nada pues y mas o menos así seguimos. ¡Que molleja!

Bueno, en fin, que no estoy aquí para hablar de Caracas -como casi siempre- sino de Maracaibo y de lo limpias que están sus calles, de lo agradable que fue recorrerlas y encontrar a su gente disfrutando del verde de sus parques y sus plazas disputándose con el sol todo el brillo y todo el color.

Entre las mejoras tangibles que ofrece la ciudad está un recorrido turístico en tranvía que organizó La Alcaldía. En realidad es un autobús hecho a la imagen y semejanza de ese vehículo que transportó a nuestros abuelos hace ya bastante tiempo: asientos de madera natural; ventanales panorámicos; exterior pintado de rojo fuego y amarillo rabioso con eficiente aire acondicionado -como corresponde a esas tierras de Dios- un chofer que además de conducir canta y declama versos propios y ajenos junto a una maracaibera dispuesta a hacer reír hasta a los más estresados, si es que a esas alturas del Panorama todavía sus amarguras no se han disuelto al calor de esa sonrisa y de un cepillado de coco con leche condensada.

El paseo comienza en Lago Mall, el Centro Comercial que acaparaba la atención de todo el que quería ver y ser visto, antes de que apareciera ese enorme imán para adolescentes de último modelo, adultos contemporáneos con celular inalámbrico, niñitos gritones y mujeres al borde de un ataque de compras, llamado Sambil. Nada nuevo tampoco bajo el sol zuliano, excepto que al lado del ketchup no sólo están las papas fritas sino los patacones con sal. Pero sigamos con el viaje en tranvía.
La Avenida 5 de Julio en toda su extensión se nos antoja llena de hitos que identifican la ciudad, y en la medida que la recorremos, los guías nos cuentan como cada una de sus edificaciones tiene una historia que contar y muchos records que batir. De ese modo sabemos, que allí se encuentra el primer edificio con aire acondicionado que se construyó en Venezuela; una casa en la que se realizó un exorcismo y por eso no ha podido ser demolida (la imaginería popular no conoce límites); por qué Sears, hace unos cuantos años fue la ruina de la clase media que allí aprendió a endeudarse y un largo etcétera salpicado de gaitas y de anécdotas que prefiero no contarles para que no dejen de hacer ese mágico viaje la próxima vez que vayan a Maracaibo. Se lo recomiendo especialmente a los marabinos seguramente disfrutarán más de su ciudad de la mano de sus paisanos y con un guión escrito desde el corazón de una de las cronistas de la ciudad.

Claro que ir a Maracaibo y no pasar por lo que queda del barrio El Saladillo para sentir todavía la nostalgia de ese vacío que dejó la picota del progreso; disfrutar de las coloridas casitas de Santa Lucía; de la reluciente fachada de La iglesia de Santa Bárbara -azul intenso delicadamente bordado por blanco inmaculado- contemplar con asombro como la fachada casi austera de la Basílica de La Chinita contrasta con su interior abigarrado, y con la enorme fe de todo el que allí se cobija, es como no ir, pero tranquilos, que por allí también pasa el tranvía.

Uniendo una iglesia con otra se encuentra el recién estrenado Paseo de la Virgen en un estilo que podríamos llamar arbitrariamente “Versallesco maracucho” -sin ánimo de ofender- ya que por si fuera poco la balaustrada verde inglés con bordes dorados que lo circunda, aquí les ofrezco las palabras de Ricardo, un taxista simpatiquísimo y conversador: “A mi me encanta este Paseo a pesar de todo lo que dicen en su contra porque cuando uno camina por aquí, es como si estuviera en Francia y no en Maracaibo” ¡Ya sabemos lo acertada que es la sabiduría popular!

Otro itinerario del tranvía nos llevó mucho más lejos, casi fuera de la ciudad, al Planetario, que se encuentra dentro del Parque Simón Bolívar ¡que pavo! 45 minutos de carretera limpia y bien asfaltada. Todo por un precio muy solidario hasta con el bolsillo más golpeado por la reciente devaluación: Bs. 2.000 para los adultos, los niños pagan con una sonrisa.

En una de las salas del parque y teniendo como fondo una exposición, nos esperaba el Ensamble de la Alcaldía, un sexteto formado por cuatro, guitarra, mandolina, percusión, flauta y un sobresaliente violín que llenó ese espacio de música venezolana muy bien ejecutada. Sólo una nota discordante, un maestro de ceremonia ad hoc -ya que las condiciones acústicas de la sala no le permitieron descargarse con el bajo, su instrumento de reglamento- después de exaltar las virtudes del Ensamble y la labor didáctica que están ejerciendo en las escuelas básicas, dejó escapar esta perla: “Esta es la única música que nuestros hijos tienen que escuchar, ojalá se prohibiera difundir toda esa porquería que nos traen de afuera, pero eso ya queda en nuestras manos”. Cosas de la revolución, digo yo, o de la ley RESORTE, dirá él. Total, todos tenemos derecho a desafinar en algún momento.

La verdad es que ni siquiera un comentario tan infeliz pudo borrar la sonrisa que se empeña en ocupar mi boca cada vez que escucho nuestra música, interpretada no sólo con técnica sino con pasión -y si no, escuchen a Huascar Barradas venido de esas tierras para alegrar éstas- mucho menos opacar la fuerza de ese Pajarillo que se fugó del corazón y voló en las manos de un joven violinista llamado Oscar que nació hace poco más de veinte años en la Tierra del sol amada.

Mitchele Vidal Castro

viernes, octubre 20, 2006

(Entre amigos...)
Bienvenida Mitchele!!!


Una vez les comenté que escribir en un blog no es tarea fácil… el tiempo, los compromisos, hacen que cada vez sean mas espaciados los “post” (entérense que “post” es el nombre de cada escrito en un blog…), sin embargo, a veces la carga se hace mas liviana cuando es compartida, y como además ya existe mucha gente que me escribe y me llama para felicitarme por este humilde espacio, entonces el compromiso de mantenerlo actualizado es cada vez mayor, entonces fue cuando finalmente la convencí… así que de ahora en adelante podremos disfrutar de la excelente calidad literaria de mi amiga Mitchelle Vidal.
Ya yo venia recibiendo vía correo electrónico sus escritos, los cuales generalmente eran como para reenviarlos a todo contacto posible, pero como muchas veces pasa, los correos los leemos a la carrera y no les damos la importancia que se merecen… lo que si les voy a deber es una breve biografía sobre ella, hasta que se digne a complacernos una vez mas y contarnos un poquito de su vida… Solo falta que mi amigo “Nico” se anime también a acompañarnos y hacer un poco de catarsis ante estos tiempos tan difíciles… Se les quiere mucho!!!

jueves, octubre 12, 2006



CUANDO UN AMIGO SE VA...

Hay momentos en la vida que nos obligan a hacer un stop para revisarnos, sobre todo de como llevamos nuestras relaciones con los demás… lamentablemente en esta ocasión me tocó tener que despedirme para siempre de un gran amigo, del cual aprendí muchas cosas en el poco tiempo que compartimos, aunque la calidad del tiempo compartido fue mas que la cantidad, eso a veces te deja mas que años de relacionarse…
A consecuencia de esta despedida, redescubrí que la vida es muy efímera, que hay que vivirla consciente de que quizá sea el último día, dándole a cada segundo el valor que merece… dejando atrás los disgustos, los detalles tontos que a veces nos molestan, dejar de quejarnos y sencillamente dar lo mejor de cada uno, porque no sabemos cuando nos va a tocar partir…
Así fue el caso de mi amigo
Henry Biaggi, una persona que se destacó por su calidad humana sin límites… Un hombre recio de carácter y de voz, sin embargo su corazón albergaba humildad y sencillez… así lo manifestó la última noche antes de partir… Quizá su vocación de médico era consecuencia de esa necesidad imperiosa de ayudar al prójimo… Era todo un papá regañón y preocupado por el bienestar de quienes le rodeaban… con todos quienes he compartido la tristeza de su partida, sólo han tenido recuerdos de él imborrables por su dedicación especial y humana como médico y amigo…
Mi hija dentro de su tristeza me decía, que no se explicaba el por qué se iban las personas buenas de este mundo y no desaparecían las que causaban tanto daño a la sociedad… no tuve respuestas, solo decirle que las personas buenas partían antes, para dejarnos una enseñanza, un mensaje especial… en el caso de Henry, nos deja esa enseñanza de calidad humana, de ayuda al prójimo de manera incondicional…
El día que supe de su muerte, me encontraba trabajando con mis alumnos, ellos percibieron mi tristeza, se me acercó uno de ellos y me dijo sabiamente con sus escasos siete años de edad: -Profe, tranquila, la tristeza pasa con el tiempo-… Estoy consiente de que esa tristeza va a pasar, pero quedará el recuerdo de un amigo, con el cual compartimos momentos cruciales y del que nunca nos olvidaremos…

Cuando un amigo se va

queda un espacio vacío

que no lo puede llenar

la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va

queda un tizón encendido

que no se puede apagar

ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va

una estrella se ha perdido

la que ilumina el lugar

donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va

se detienen los caminos

se empieza a revelar

el duende manso del vino.

Cuando un amigo se va

galopando su destino

empieza el alma a vibrar,

porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va

queda un terreno baldío

que quiere el tiempo llenar

con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va

se queda un árbol caído

que ya no vuelve a brotar

porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va

queda un espacio vacío

que no lo puede llenar

la llegada de otro amigo.

Alberto Cortés