Aeropuertos, maletas,
búsqueda de la casa ideal, cenas, almuerzos, encuentros... esa es la única parte
de la supuesta "vida glamorosa" de las mujeres expatriadas que vemos
desde el exterior, desde esa vida que llevamos tan tranquila y aburrida,
comparada con la de "ellas" segun nuestra óptica... Pues habrá que ir
al oftalmólogo señores, para ver con otros ojos a estas valientes mujeres sin
raíces, pero con alas...
Empezando porque la
expatriación no es algo que se escoje, ni se busca... simplemente se asume y se
acepta como una forma de vida. Y que una vez arriba del avión que conduce al
nuevo destino, se sabe que no hay que mirar atrás, solo hacia adelante,
respirando profundo, tratando de despejar la mente para dar cabida a todo lo
que se avecina.
Quizá merece en este
momento establecer la diferencia entre inmigrante y expatriado... El primero,
es aquel que deja su país para echar raíces en otro, tal vez con la esperanza
de volver algun día a su tierra natal, pero con la convicción de establecerse y
encontrar su zona de confort de manera definitiva. En cambio, los expatriados,
saben que su estadía no durará más de tres años, con una dinámica familiar transcultural,
donde "la empresa" es la que decide, a dónde y cuándo hay que partir.
Referente a esta comparación, leí en estos días en las redes sociales, una
amiga expatriada que se comparaba con los gitanos, o como se les llama en Francia,
"le gens de Voyage" (la gente de viaje, o Los Viajeros), pues a pesar
de la drástica diferencia cultural, en realidad ella no estaba tan equivocada.
Ahora bien, imaginemos
que "la carta" llegó. Esa carta tan temida pero a veces tan esperada,
esa carta a la que me refiero es la notificación por parte de la "empresa"
que informa sobre la nueva expatriación. Como yo lo llamo en uno de los
talleres que dirijo como Coach para mujeres expatriadas: "Nuevo destino,
nuevos retos". Un destino donde se llevarán todas las posesiones
materiales como muebles y enseres, pero también los recuerdos, las vivencias,
los conocimientos. Un nuevo reto como es el de aprender el idioma, de lo
contrario el aislamiento es la consecuencia con todo lo que ella conlleva.
Aprender de la cultura, las costumbres. La mujer expatriada posee un espíritu
curioso por naturaleza (y si no, lo desarrolla de manera drástica) para
descubrir su nuevo entorno, encontrarse a sí misma en esa nueva vida,
establecer los espacios para su familia (colegios, casa, supermercados, distracciones,
etc).
De acuerdo a estudios
sociológicos realizados en torno a las familias expatriadas, se ha determinado
que el éxito de dicha expatriación radica esencialmente en la mujer, ya que
ella es quien proporcionará el soporte emocional, estabilidad y dirección que
necesitan su esposo e hijos para soportar la transición y el estrés que ello
conlleva, dejando de lado muchas de ellas, su éxito profesional o sus sueños
personales en función de su familia, pero que sin embargo, se sentirán recompensadas
infinitamente al ver los logros de su pareja y la evolución de sus hijos. En
pocas palabras, Estas mujeres son la clave de una familia productiva y adaptada
a su entorno. Se puede decir que las mujeres expatriadas poseen una
inteligencia emocional sumamente elevada, su resiliencia es evidente y su
altruismo sin mesura. La mujer expatriada conoce lo que es el desapego en el
buen sentido de la palabra, pero al mismo tiempo es capaz de establecer lazos
afectivos intensos, inolvidables.
A pesar de formar
parte de este grupo social de expatriados, he preferido referirme siempre en
tercera persona para escribir mi post. Hay tanto que decir sobre este tema, tanta
mi admiración por estas mujeres y tan variadas las experiencias que he
aprendido de cada una de ellas, que enfocarlo bajo mi óptica personal únicamente,
no sería justo, puesto que cada palabra que he escrito, de alguna forma son la
reproducción de lo que ellas me han transmitido. Y no es sino gracias a ellas
que éste es solamente el comienzo de una hermosa aventura literaria, motivándome
a escribir sus experiencias individuales para que sirvan de sustento y apoyo a
todas aquellas que comienzan a preparar sus maletas, a un nuevo destino, con
nuevos retos.
por esto, la próxima
vez que pienses que quisieras llevar la vida glamorosa de las mujeres expatriadas,
te sugiero que la mires a los ojos, y verás en lo profundo, una mezcla de
añoranza por lo dejado, de fuerza para enfrentar el futuro y la sabiduría de
los kilómetros recorridos... y los que faltan...