lunes, julio 24, 2006

Boca de Uchire
Nuevo Hobbie playero
Hace un mes, cuando regresamos de Francia con mi esposo, decidimos irnos un fin de semana a las divinas playas de Boca de Uchire para probar como funcionaba la última adquisición de Francis… Un Cerf Volant… Es una especie de Parapente pero mas pequeño, con cuatro líneas de comando y que se eleva con muy poco viento, sin embargo se disfruta mas cuando el viento arrecia, e incluso puede llegar a levantarnos… Esta especie de “cometa” causó curiosidad entre la gente que caminaba por la zona, e inclusive algunos salieron de sus casas para contemplar ese bicho extraño que se movía de un lado al otro por el cielo uchirense. Esa es otra particularidad del Cerf Volant, que es maniobrable y con el se hacen acrobacias increíbles… de ahí creció mi curiosidad por estas “cometas sofisticadas” y nos dedicamos con Francis a investigar en la Web, descubriendo innumerables modelos, tamaños y funciones… Hay algunos que los vuelan dentro de salones cubiertos como canchas de basket e incluso se hacen acrobacias en equipo, disfrutando así de una coreografía fascinante, otros son de mas tamaño y los utilizan en las playas para practicar surf arrastrados por la fuerza del viento, incluso, los hay que tiran de “carritos de tres ruedas por la arena… increíble… Aún no se si en Venezuela hay este tipo de hobbies tan institucionalizados como en Europa, donde existen clubes y festivales de Cerf volant… En todo caso, algo sí confirmé, y es que el hombre, mientras disfrute de esas pequeñas cosas de la vida, seguirá siendo niño, y en esta ocasión, volando cometas…
Aca les dejo mi primer intento de introducir videos en mi blog...




sábado, julio 22, 2006


Los colores de mi hijo


Nunca me ha llamado la atención poner en mi blog información que me llega por mail, puesto que generalmente ya todo el mundo la ha leído, sin embargo esta vez tengo que hacer la excepción… Mi amiga Mitchele Vidal, (quien por cierto escribe fenomenal) siempre me envía unos e-mails como dicen los periodistas : « sin desperdicios », esta vez, quisiera compartir con ustedes este último que me regaló, que fue escrito originalmente por Indira Páez, esposa del conocido cantante y compositor venezolano, Frank Quintero… creo que no caben mas comentarios…

“Yo nací en una casa de lo más multicolor. Y no, no me refiero a las paredes. Esas eran blancas, como las de cualquier casa de Puerto Cabello en los setenta. Mi casa era multicolor por dentro. Y es que mi mamá es de piel tan clara, que sus hermanos la bautizaron "rana platanera". Y mi papá era de un trigueño agresivo, con bigote de charro, sonrisa de Gardel y cabello ensortijado, estirado a juro con brillantina. La vejez lo ha desteñido, a mi papá. Como si la melanina se acabara con el tiempo. Como si los años fueran de lejía.
De esa mezcla emulsionada salimos nosotros, cinco hermanos de lo más variopintos. Mi hermano mayor, vaya usted a saber por qué, parece árabe.Ojos penetrantes, nariz aguileña, frente amplia y cabello rizado (cuando existía, pues ahora ostenta una calvicie de lo más atractiva). Le sigue una hermana preciosa, nariz perfilada, pecas, ojos inmensos, sonrisa como mandada a hacer. Castaña clara y de cabello cenizo. Se ayuda con Kolestone, vamos a estar claros. Pero le queda de un bien que parece que hubiera nacido así. Al tercero, extrañamente, le decían "el catire". Nunca entendí por qué, con ese cabello de pinchos rebeldes que crece hacia arriba. Eso sí, tan rana platanera como la madre. Yo soy trigueña como mi padre, y mi nariz delata algún ancestro africano por ahí. Y mi hermana menor es pecosa y achinada, como si en algún momento los genes se hubieran vuelto locos y por generación espontánea hubieran creado una sucursal asiática en la casa.

Así, los almuerzos en mi casa parecían más una convención de las naciones unidas que otra cosa. Claro que yo jamás me di cuenta de eso. Para mí eran almuerzos, punto. Con el olor inenarrable de las caraotas negras de mi mamá y las tajadas de plátano frito que se hacían por kilos.De chiquita nunca entendí por qué en el colegio de monjas un día una niñita me preguntó si mi papá era el chofer. Tampoco supe por qué no lo habían dejado entrar a cierto local nocturno muy de moda en los ochenta. Yo jamás me fijé en los colores de mi familia. Mi papá, mi mamá y mis hermanos, siempre fueron exactamente eso: mi papá, mi mamá y mis hermanos. Cuando yo era chiquita pensaba que los colores los tenían las cosas, no la gente.

No entendía por qué a algunos les decían negros si yo los veía marrones, y a otros les decían blancos si yo los veía como anaranjado claro tirando a rosa pálido. Y menos aún entendía por qué aparentemente y para muchos adultos, era mejor ser "blanco" que "negro". Una vez mi papá se comió un semáforo y alguien le gritó: "¡negro tenías que ser!". Yo me quedé estupefacta al descubrir que los "blancos" jamás se comían los semáforos.
Así las cosas, comenzó en mi adolescencia una suerte de fascinación por aquello de los colores de la gente, las etnias, las razas y esos asuntos que parecían importar tanto a la humanidad. Tanto, que hasta guerras entre países generaba. Tanto, que se mataba la gente por asuntos de piel. De genes. De células. De melanina.

Yo buscando vivencias reales, y con lo enamorada que soy, tuve novios marrones, rosados, amarillos y uno hasta medio verdoso. Me casé con un italiano y tuve una hija que parece una actriz de Zefirelli. Y finalmente me enamoré hasta los huesos y me casé otra vez. Con un marrón. Un marrón de esos que la gente llama "negro".

Una tía abuela me dijo cuando me casé: "ni se te ocurra tener hijos con ese hombre, porque te van a salir negritos". A mí no me cabía en la cabeza un comentario como ese. Pero mi tía tiene 84 años, y uno, a la gente de 84años, le perdona todo. Hasta el racismo.
Como soy bien terca salí embarazada de mi esposo marrón. El embarazo fue una montaña rusa total, así que cuando nació mi hijo, sano, con diez deditos en las manos y diez en los pies, un par de ojos, orejas, boca, nariz y gritos, yo estallaba de felicidad. Y cuando uno estalla de felicidad, no escucha nada.

Pero resulta que han pasado cinco meses, y aunque sigo felicísima, se me ha ido pasando la sordera. Y como soy tan bruta, no termino de entender cómo es que tanta gente, que no solo mi tía la de 84, me pregunta"¿y de qué color es el niño?". Sí, sí, así mismo. "¿De qué color es?". Una antigua vecina. Una ex compañera de colegio. Una gente cualquiera que no tiene 84 años. Una gente que, que yo sepa, no pertenece al partido Neo Nazi, ni milita en el Ku Klux Klan, ni es aria, ni tiene esvásticas en la ropa. Una gente que se ofende si uno les dice racista. Llegan así, llaman, escriben. Y lo primero que preguntan, antes de esas típicas preguntas de viejita ("¿Cuánto pesó?" "¿Cuánto midió?" "¿Lloró mucho?"), es "¿y de qué color es?".

Y la verdad, lo confieso, a riesgo de quedar como una madre desnaturalizada, es que yo no me había fijado de qué color era mi hijo.Porque cuando nació mi hija la italianita nadie me preguntó eso. Entonces no pensé que era tan importante saberse el color del hijo. Yo me sabía la fecha de su primera sonrisa. Me sabía cuándo se le puso la triple, cuándo comió papilla por primera vez. Sabía que tenía tres tipos de llanto (uno de hambre, uno de sueño y uno de ñonguera). Sabía que por las noches le gustaba quedarse dormida en mi pecho. Cosas, pues, intrascendentes. Igual con mi bebé. Ya me sé sus ojos de memoria, por ejemplo. A veces están a media asta y es que tiene sueño, pero lucha porque no quiere perderse nada. Me sé sus saltos cuando quiere que lo cargue. La temperatura de su piel, el olor de su nuca.

Pero el domingo pasado me encontré a una ex compañera de trabajo que no veía desde mi preñez, y ¡zuás!, me lanzó la pregunta. "¿Ya nació tu hijo? ¿Y de qué color es?". Me agarró desprevenida, y no supe qué responderle, pero me prometí a mí misma averiguarlo, ya que a tanta gente parece importarle el asunto. Debe ser que es algo vital, y yo de mala madre no he prestado atención a la epidermis de mis críos.

Así que ante tanta curiosidad de la gente, me he puesto a detallar los colores de mi hijo. Y resulta que mi bebé es un camaleón. Sí, de verdad. Cambia de colores. A las cinco y media de la mañana, cuando se despierta pidiendo comida, es como rojo. Un rojo furioso y candelero. Después se pone como rosadito, y se ríe anaranjado. A veces pasa el día verde manzana, y me provoca darle mordiscos por todos lados. Cuando lo baño, y chapotea con el agua, se vuelve como plateado, una cosa increíble. Cuando se le cierran los ojitos del sueño, es amarillo pollito y provoca acunarlo y meterlo bajo las dos alas acurrucadito. Finalmente se duerme y, lo juro por Dios, se pone azul. Y brilla en la oscuridad.

Ese es mi hijo, multicolor. Sé que va a ser un poco difícil llenarle la planilla del pasaporte, o contestarles a las ex compañeras de colegio cuando pregunten de qué color es mi hijo. Pero eso es lo que hay. Lo juro. Mi hijo es color arcoiris.”
Indira Páez

jueves, julio 20, 2006

Atardecer caraqueño.

SINERGIA O PSINERGIA?

No han sentido alguna vez esa sensación creativa que les pone la cabeza como una olla a presión? y que para más colmo, no se cuenta con las horas del día suficientes como para seguir desarrollando ideas? Eso sin contar con una serie de coincidencias que te están indicando que vas por el camino correcto, que otros ya han recorrido, pero que en verdad a ti fue que se te ocurrió primero, solo que no fuiste lo suficientemente rápido para ponerlo en práctica…
Así me he sentido últimamente, y quizás ese sea uno de los tantos motivos por los cuales no he podido ponerme creativa para escribir en mi blog, por lo que decidí volcar toda esa energía en tratar de explicar de una vez por todas lo que a mi cabeza da vueltas y me tiene tan alejada a la vez.
Todos los seres humanos tenemos etapas de la vida en que nos sentimos estancados, así como también, hay momentos en que cierta energía nos mueve a hacer cosas diferentes y máss creativas, con máss trascendencia… estas dos etapas las he vivido a nivel profesional últimamente, y llegó la hora de cristalizar muchas de las inquietudes que no sólo yo tengo, sino muchas personas allegadas…
Así como lo explica el libro
“la novena Revelación” de James Redfield, (el cual me pareció excelente hasta llegar al final y darme cuenta de que no era una novela sino un libro de autoayuda, en fin…) “Tomando conciencia de las coincidencias en nuestra vida », donde me emociona la idea que plantea el autor, de que nada es coincidencia, todo es un conjunto de sucesos que nos van a llevar a un fin determinado, el universo está conspirando para lograr nuestro proyecto de vida… en efecto, así me ha sucedido siempre, ahora y siempre…
También leí en una ocasión un libro bastante espeso de digerir pero con un contenido de crecimiento personal fabuloso como es
“Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” de Covey, fue la primera vez que descubro la palabra mágica que encierra mi manera de ser, actuar con lo que me rodea, de vivir: SINERGIA…
Sinergia no es más que agrupar varios individuos que se necesitan colectivamente para alcanzar un mismo fin, otro significado puede ser la correcta administración de la energía y de los esfuerzos o trabajos que se realizan en cualquier actividad, con el fin de no derrocharlos inútilmente… ahora bien, mi profesión se relaciona directamente con la sinergia, pero más con la “psinergia”, (psicología y sinergia asociados) ya que el docente o cualquier persona que trabaja con la conducta y el aprendizaje humano, necesita de la convergencia de ideas, personas, energías para lograr los objetivos propuestos… un niño, un adolescente, un adulto, no forma parte de esta sociedad de manera aislada, así como tampoco adquiere nuevos conocimientos por sí solo, siempre hay un grupo de personas que intervienen en ese proceso tan complejo… para ser más explícita, un niño, pasa por diferentes etapas dentro de su proceso formativo, donde existen varios maestros, profesores, compañeros, que van a contribuir a ese cúmulo de experiencias llamadas aprendizaje, todos y cada uno de ellos dejan su huella en la vida de ese niño… eso es Psinergia…
Por otra parte, hace ya varios meses vengo con la idea de volver a abrir mi consultorio psicopedagógico, pero buscando la manera de romper con el esquema tradicional de la consulta privada. Coincide este sentimiento con una serie de eventos antes de realizar mi último viaje que hice a Francia en el mes de junio, como fue conocer gente que me alentó a llevar a cabo esa inquietud pero planteándome esa concepción nueva que yo necesitaba, más allá de la atención de niños con dificultades en el aprendizaje, combinado con un poco de lo que fue mi tesis en la universidad hace 20 años: “Integración Laboral de Discapacitados”, así como crear Grupos de Apoyo para atender diferentes necesidades sociales. También se suma la invitación a ser entrevistada en un conocido programa de televisión con miras a futuras entrevistas en radio… En fin, fueron muchas coincidencias, muchos eventos relacionados, muchas ideas nuevas y no tan nuevas que me trajeron hasta aquí… “La Fundación Proyecto Psinergia”, que aún se está gestando, que requiere de seguir madurando, que no me pertenece a mí, sino a muchas personas que sienten y piensan lo mismo que yo, personas con un sentido de labor social innato, con gente que tiene la inquietud de mejorar la dinámica de las familias venezolanas, que se preocupan por los valores, por el crecimiento personal y colectivo…
Ya muchos amigos y conocidos han ofrecido su apoyo incondicional, solo falta darle unos toques finales, como quien dice, ajustar los ejes para poner a rodar una aventura maravillosa en beneficio de muchísimas personas en todos los aspectos… gracias una vez más por todo ese cariño y apoyo, esto es sinergia pura, lo que se convertirá en un futuro no muy lejano en muchas bendiciones para todos quienes se están sumando, estoy segura!!!

“Cuando estamos dispuestos a hacer cambios importantes en nuestras vidas, el universo todo, se confabula para que se lleven a cabo…”
Louise Hay.