
RECORRIDO TOTAL: 1230 KM.
Precisamente aprovechando los días restantes de vacaciones antes de comenzar a trabajar, mi esposo Francis y yo nos escapamos como ya se nos ha hecho costumbre de año nuevo, a la playa, en esta ocasión escogí La Península de Paraguaná, Estado Falcón. Era una sorpresa para mi esposo puesto que el es francés y conoce sólo algunas playas de Venezuela como son mi adorado Boca de Uchire en el Estado Anzoátegui, Morrocoy en Falcón y el espectacularmente incomparable Archipiélago Los Roques…
Finalmente arrancamos el día jueves 5 de enero luego de haber arribado recientemente de Boca de Uchire, ya algo bronceaditos y con el ánimo de seguir carretera.
Gracias a Dios la vía hacia occidente no se encuentra tan desastrosa como la de oriente, disfrutamos de los paisajes hasta colmarnos la vista con el verdor predominante en todo el trayecto… Primera parada para tomar fotos y comprar souvenirs: Puerto Cumarebo, donde se aprecia la artesanía típica de la zona que consiste en esculturas hechas en piedras porosas que se encuentran en la zona, incluso pudimos ver un artesano elaborando una pieza hermosa, desde un parador en Tocopero pudimos tomar unas fotos espectaculares desde la montaña donde se aprecia el mar divino… Luego pasamos por La Vela de Coro, típico lugar donde están los vendedores ambulantes de quesos Gouda y licores importados que traen en lanchas desde Aruba y que en una época existió un ferry hasta la mencionada isla (mosca!!! Me contaron que en algunos casos rellenan los famosos quesos con masa y los licores los adulteran, todo un fraude…) Ya nos acercábamos a la hermosa ciudad de Coro… Por el camino yo le contaba la historia de la fundación de la ciudad, de cómo llegaron los Welser a Venezuela y la importancia que tenía este lugar como patrimonio histórico de la humanidad, mi esposo estaba fascinado realmente, más aun, cuando llegamos a pleno casco histórico de la ciudad, con sus calles de adoquines sus ventanas y puertas coloniales, las iglesias, los colores… incluso se apreciaba pulcritud en sus calles, cosa que agrada inmediatamente a la vista. Decidimos alojarnos ahí esa noche ya que la idea era continuar viaje al día siguiente para Punto Fijo, Los Taques y hasta donde diera la energía… Tremenda sorpresa nos llevamos al recorrer diferentes posadas y hoteles: no había cupo en ninguna parte!!! La ciudad de Coro estaba repleta de turistas, casi coincidíamos con la misma gente en las recepciones de los alojamientos. Recurrimos a la tan conocida “Guía de Valentina Quintero”, hicimos unas cuantas llamadas y la respuesta siempre era la misma o no contestaban… No había donde dormir… Finalmente llamamos a una posada llamada “La casa de los Pájaros”, nos atendió súper amable Roberto, quien gentilmente nos ofreció unas hamacas para pasar la noche, ofrecimiento que aceptamos inmediatamente (cualquier cosa era mejor que dormir en la plaza Bolívar de Coro) Llegamos finalmente a la posada, un lugar realmente precioso, una casa colonial en pleno centro, de colores brillantes y una exquisita decoración alusiva a todo tipo de aves… en el patio central guindaban las nombradas hamacas (que en realidad eran parte de la decoración). Nos sentíamos en el Hilton!!! Roberto nos ofreció todas las atenciones posibles (una buena ducha después de casi 10 horas de carretera, toallitas limpias y la tranquilidad de tener donde dormir). Detrás nuestro llegó una pareja de suizos en las mismas condiciones que corrieron con la misma suerte que nosotros… les tocaba hamaca…
Al día siguiente partimos hacia Los Taques, donde descubrí que había evolucionado muchísimo desde hace 3 años que había estado la última vez, un gran complejo turístico en Villa marina pero las carreteras aun con huecos “tragacarros” bien generosamente esparcidos hasta llegar a La Punta (lo que fue en su momento el mejor lugar para observar el eclipse total de sol que hubo en Paraguaná hace unos cuantos años). En fin, obviamente no había posada en Los taques tampoco, así que aprovechamos que Roberto nos había ofrecido una habitación con camita y esa tarde, después de haber recorrido también Punto fijo regresamos a Coro a dormir placidamente en posición horizontal que bastante falta nos hacía… esa noche coincidimos con cuatro belgas a los cuales les toco el turno de la hamaca…
A la mañana siguiente retornamos a Caracas haciendo escala en Maracay, había muchísimo trafico en la autopista regional del Centro por lo que decidimos dormir ahí esa noche y entrar a nuestra casita tempranito en la mañana.
Caracas, con su Ávila majestuoso, nos recibió con un cielo azulísimo y un frío que contrastaba con los calores de las tierras que habíamos dejado atrás… realmente vale la pena seguir recorriendo este país maravilloso, son impresionantes los colores, los contrastes del paisaje, la gente que se encuentra en el camino y sobre todo, la tranquilidad de poder salir a caminar de noche por las calles sin el miedo característico del que vive el día a día en Caracas…
1 comentario:
que bien es vivir sin miedo. felicidades
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